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Sevilla es una ciudad que enamora a quienes la visitan, un destino donde la historia, la arquitectura y la cultura se entrelazan para ofrecer una experiencia inolvidable. Recorrer sus calles es sumergirse en siglos de tradición, sentir la pasión del flamenco en cada rincón y maravillarse con monumentos que han sido testigos de la evolución de la ciudad. Si planeas descubrir la capital andaluza, hazlo desde nuestros apartamentos turísticos Bosco Ecoliving y Savio Ecoliving, a menos de media hora de los lugares que no pueden faltar en tu itinerario. Desde su impresionante Catedral hasta la modernidad del Metropol Parasol, Sevilla ofrece un sinfín de atractivos que reflejan su riqueza y diversidad.
Uno de los mayores encantos de Sevilla es que muchas de sus atracciones principales se encuentran a poca distancia unas de otras, lo que permite recorrer la ciudad cómodamente a pie. Para aprovechar al máximo esta experiencia, elegir un alojamiento bien ubicado es clave. En este sentido, los apartamentos de Bosco Ecoliving son una opción ideal para aquellos viajeros que desean estar en pleno corazón de la ciudad sin renunciar a la comodidad y la sostenibilidad. Desde estos apartamentos, es posible llegar caminando a todos los lugares imprescindibles de Sevilla, disfrutando de cada paso por sus calles llenas de historia, encanto y vida.
El casco histórico de Sevilla es uno de los más grandes y mejor conservados de Europa. En él se encuentran joyas arquitectónicas que forman parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO, como la Catedral de Sevilla y su famosa Giralda, una de las estampas más representativas de la ciudad. A pocos metros, el Real Alcázar deslumbra con su mezcla de estilos arquitectónicos, patios de ensueño y exuberantes jardines. Ambos monumentos son visitas obligadas para comprender la esencia de Sevilla y su legado cultural.
Más allá del centro histórico, la Plaza de España es otro de los lugares icónicos de la ciudad. Construida para la Exposición Iberoamericana de 1929, esta imponente plaza es un símbolo de la unión entre España y América, con sus característicos bancos de azulejos representando a cada provincia española. Un paseo por este lugar permite admirar su belleza arquitectónica y disfrutar de un ambiente único junto al Parque de María Luisa.
Pero Sevilla no solo es historia y monumentalidad; también es esencia y tradición. Cruzando el río Guadalquivir, el barrio de Triana se presenta como el alma flamenca de la ciudad, con sus callejuelas llenas de talleres de cerámica, tabernas de ambiente auténtico y una historia profundamente ligada al arte y la cultura sevillana.
Por último, para quienes buscan una perspectiva diferente de la ciudad, Metropol Parasol, más conocido como "Las Setas de Sevilla", ofrece una visión moderna y vanguardista. Desde su mirador, es posible contemplar una panorámica espectacular de la ciudad, combinando el pasado y el presente en una sola imagen.
En los siguientes apartados, exploraremos en detalle cada una de estas atracciones imprescindibles, para que no te pierdas nada en tu visita a Sevilla.
La Catedral de Sevilla y su emblemática Giralda son dos de los monumentos más representativos de la ciudad, y juntos, forman una de las maravillas arquitectónicas más impresionantes del mundo. Este conjunto monumental, que se alza en pleno corazón de Sevilla, no solo destaca por su belleza y majestuosidad, sino también por su rica historia, que se entrelaza con la evolución de la ciudad a lo largo de los siglos.
La Catedral de Sevilla es la catedral gótica más grande del mundo y la tercera más grande de Europa, después de San Pedro en Roma y San Pablo en Londres. Su construcción comenzó en 1401, tras la caída de la ciudad bajo dominio cristiano, con el deseo de edificar un templo que rivalizara en grandiosidad con las grandes catedrales europeas. La obra fue un proceso largo, que se extendió durante más de un siglo, y en ella participaron algunos de los arquitectos más destacados de la época. El resultado final es un edificio impresionante, con una estructura grandiosa y una decoración minuciosa que combina elementos góticos, renacentistas y barrocos.
Uno de los aspectos más sobresalientes de la Catedral de Sevilla es su imponente nave central, que se extiende a lo largo de un espacio de casi 120 metros de largo. Las vidrieras, que cuentan con más de 40 metros de altura, iluminan el interior con una luz cálida y colorida, creando un ambiente místico y solemne. En su interior, se encuentra la tumba de Cristóbal Colón, un hecho histórico de gran relevancia, ya que la Catedral fue el lugar donde descansan los restos del navegante que descubrió el continente americano.
Pero si hay un elemento que se distingue por encima de todos en la Catedral de Sevilla, ese es la Giralda. Esta torre, que originalmente formaba parte de la mezquita almohade de Sevilla, fue transformada en el campanario de la catedral tras la Reconquista. La Giralda es uno de los símbolos más icónicos de la ciudad y un ejemplo de la fusión entre las culturas musulmana y cristiana. Su construcción comenzó en 1184 bajo el mandato del califa almohade Abu Yaqub Yusuf, y su altura de 104 metros la convirtió en la torre más alta de Sevilla durante siglos.
La Giralda, que originalmente servía como alminar, presenta una estructura única, con una base rectangular y una serie de rampas que conducen hasta la cima. Estas rampas fueron diseñadas para que el muecín pudiera ascender montado a caballo para llamar a la oración. En la cima de la torre se encuentra la escultura conocida como “El Giraldillo”, una figura femenina que simboliza la fe y que se ha convertido en el emblema de la ciudad.
El acceso a la Giralda es una de las experiencias más fascinantes de la ciudad. Al ascender por las rampas, los visitantes pueden disfrutar de unas vistas panorámicas espectaculares de Sevilla, con la Catedral, el río Guadalquivir y los alrededores extendiéndose a sus pies. La vista desde la cima de la Giralda es una de las más bellas de toda España, y el contraste entre el antiguo alminar musulmán y el campanario cristiano es un testimonio de la evolución histórica y cultural de la ciudad.
La Catedral y la Giralda no solo son dos monumentos impresionantes desde el punto de vista arquitectónico, sino también dos de los principales puntos de atracción turística de Sevilla. Cada rincón de la catedral, desde sus capillas hasta sus retablos dorados, y cada detalle de la Giralda, desde su elegante estructura hasta su majestuosa cima, son un recordatorio constante de la riqueza histórica y cultural de esta ciudad. Ambos monumentos, por su grandeza, belleza y trascendencia histórica, continúan siendo un símbolo indiscutible de la ciudad y de la España medieval y renacentista.
En resumen, la Catedral de Sevilla y la Giralda son mucho más que una simple atracción turística; son dos piezas fundamentales del patrimonio de la humanidad, que nos hablan de la historia, la cultura y la espiritualidad de una ciudad que ha sido testigo de múltiples civilizaciones y épocas. Un lugar donde la majestuosidad de la arquitectura se encuentra con la grandeza de la historia.
El Alcázar de Sevilla es uno de los monumentos más impresionantes y emblemáticos de España, un lugar donde historia, arte y belleza se fusionan en un espacio único. Este palacio, que ha sido testigo de siglos de historia, es un reflejo del esplendor de las diferentes culturas que han marcado la ciudad, desde los romanos hasta los musulmanes, pasando por los cristianos. Su arquitectura y jardines hacen de él un verdadero palacio de ensueño, un sitio que enamora a todos los que lo visitan.
Originalmente, el Alcázar fue un pequeño castillo construido en el siglo X por los califas de Córdoba como residencia de los gobernantes musulmanes. Con el tiempo, fue ampliado y embellecido bajo la influencia de los reyes cristianos, especialmente durante el reinado de Pedro I de Castilla, quien lo transformó en un palacio real con un estilo mudéjar que combina elementos islámicos, góticos, renacentistas y barrocos. La mezcla de estos estilos le confiere un carácter único, una armonía visual que ha cautivado a visitantes de todo el mundo.
Uno de los elementos más sobresalientes del Alcázar es su arquitectura. El Patio de las Doncellas, con su intrincada decoración de azulejos, arcos y columnas, es un claro ejemplo del lujo que define a este palacio. La Sala de los Reyes, con sus majestuosos frescos que representan escenas de la historia de los reyes cristianos, ofrece una sensación de grandeza y sofisticación. Además, el Patio de las Muñecas, con su fuente central y sus detalles delicados, transmite una sensación de calma y serenidad.
A lo largo de los siglos, el Alcázar ha sido testigo de importantes momentos históricos. Fue la residencia de los monarcas españoles durante siglos, y también sirvió como escenario para importantes acontecimientos políticos y sociales. Además, se ha utilizado como residencia real hasta el día de hoy, ya que la familia real española todavía lo utiliza para sus estancias en la ciudad.
Sin embargo, lo que realmente convierte al Alcázar en un palacio de ensueño no son solo sus majestuosos edificios, sino también sus jardines. Los Jardines del Alcázar son un verdadero oasis de paz y belleza. Divididos en diferentes áreas, como el Jardín de las Damas, el Jardín de la Galera y el Jardín del Crucero, cada uno de ellos ofrece un espacio único, con fuentes, estanques, caminos cubiertos de flores y exuberante vegetación. Los jardines son ideales para pasear, perderse entre los aromas de las plantas y disfrutar de la tranquilidad de este entorno natural en pleno corazón de la ciudad.
El Alcázar de Sevilla también es famoso por su relación con la cultura y el arte. A lo largo de los años, ha sido un lugar de inspiración para artistas, escritores y cineastas. No es casualidad que la serie de televisión "Juego de Tronos" lo haya elegido como uno de sus escenarios para representar el Reino de Dorne. La magia de este lugar, su mezcla de historia, cultura y belleza natural, lo convierte en un verdadero palacio de ensueño, un lugar al que todos deberían acudir al menos una vez en la vida para contemplar su majestuosidad y sumergirse en su rica historia.
En resumen, el Alcázar de Sevilla no solo es un monumento histórico, sino un lugar donde la historia y la fantasía se encuentran. Cada rincón de este palacio, cada fuente, cada jardín y cada sala cuentan una historia que transporta a los visitantes a otra época. Un verdadero palacio de ensueño, que sigue siendo un símbolo de la grandeza y la belleza de Sevilla.
En el corazón de Sevilla, rodeada por los jardines del Parque de María Luisa, se encuentra uno de los monumentos más impresionantes de la ciudad: la Plaza de España. Este majestuoso conjunto arquitectónico no solo es un símbolo de la capital andaluza, sino también un reflejo del esplendor de su historia y su identidad. Construida para la Exposición Iberoamericana de 1929, la plaza es una obra maestra que fusiona elementos del estilo renacentista, barroco y mudéjar en un diseño semicircular único.
El proyecto fue concebido por el arquitecto sevillano Aníbal González, quien imaginó un espacio monumental que representara la unión de España con sus antiguas colonias. Su estructura semicircular simboliza un abrazo de España a los países hispanoamericanos, y su orientación hacia el río Guadalquivir evoca el camino hacia el Nuevo Mundo. La grandeza del conjunto se hace evidente en sus dimensiones: 170 metros de diámetro, con dos imponentes torres en los extremos que dominan el horizonte sevillano.
Uno de los aspectos más llamativos de la Plaza de España es su extensa galería porticada, sostenida por columnas y decorada con azulejos que reflejan la riqueza del arte andaluz. Pero, sin duda, el elemento más característico son sus 48 bancos de cerámica, cada uno dedicado a una provincia española. Estos bancos están decorados con escenas históricas y escudos heráldicos, convirtiéndose en una lección visual de la historia del país. Es habitual ver a los visitantes buscando el banco de su provincia para tomarse una foto y admirar los detalles de los azulejos pintados a mano.
El canal que recorre la plaza y sus cuatro puentes —que representan los antiguos reinos de España: Castilla, León, Aragón y Navarra— aportan un aire romántico al lugar. No es casualidad que a esta plaza también se le conozca como "la Venecia de Sevilla". En este canal, es posible navegar en pequeñas barcas, lo que añade un encanto especial a la experiencia de recorrer la plaza.
A lo largo de los años, la Plaza de España ha sido escenario de numerosas películas y producciones audiovisuales. Su majestuosidad ha captado la atención de cineastas de todo el mundo, y ha aparecido en películas como Lawrence de Arabia (1962) y Star Wars: El ataque de los clones (2002), consolidando su imagen como un espacio cinematográfico icónico.
Actualmente, la Plaza de España sigue siendo uno de los lugares más visitados de Sevilla. Además de su valor histórico y arquitectónico, es un punto de encuentro donde músicos, artistas callejeros y turistas conviven en un ambiente vibrante. Desde sus bancos de cerámica hasta sus torres y fuentes, cada rincón de la plaza cuenta una historia que transporta a quienes la visitan a otra época.
Un paseo por la Plaza de España no solo permite admirar una de las obras más bellas de la arquitectura sevillana, sino también sentir la grandeza y el legado de una ciudad que sigue fascinando a quienes la descubren.
Si hay un barrio en Sevilla que respira autenticidad y tradición, ese es Triana.
Situado a orillas del río Guadalquivir, este emblemático rincón de la ciudad ha sido cuna de artistas, marineros, alfareros y, sobre todo, de la esencia más pura del flamenco. Su historia, sus calles y su gente hacen de Triana un lugar imprescindible para quien quiera conocer la verdadera alma de Sevilla.
Cruzar el Puente de Triana, oficialmente llamado Puente de Isabel II, es entrar en un universo distinto, donde las casas encaladas con azulejos coloridos y las tabernas con aroma a pescaíto frito marcan el ritmo de la vida cotidiana. Este puente, construido en el siglo XIX, es una de las imágenes más icónicas del barrio y conecta el casco histórico de la ciudad con este enclave lleno de vida.
Uno de los aspectos más característicos de Triana es su relación con la cerámica y la alfarería. Durante siglos, el barrio fue el principal centro productor de cerámica de Sevilla, y aún hoy se pueden encontrar talleres y tiendas que mantienen viva esta tradición. La Calle Alfarería y la Calle San Jorge son algunos de los mejores lugares para descubrir piezas únicas y admirar la maestría de los artesanos. Además, el Centro Cerámica Triana, ubicado en una antigua fábrica, permite conocer la historia de este arte tan ligado a la identidad trianera.
El flamenco es otro de los grandes protagonistas de Triana. Muchos de los mejores cantaores, bailaores y guitarristas han nacido o se han formado en este barrio, convirtiéndolo en un referente de este arte tan representativo de Andalucía. Peñas flamencas y tablaos, como Casa Anselma o el Teatro Flamenco Triana, ofrecen espectáculos en un ambiente íntimo y auténtico, donde la pasión del cante y el baile envuelven a quienes los presencian.
Pero Triana no es solo historia y tradición, sino también un lugar vibrante y lleno de vida. Sus bares y tabernas son el punto de encuentro perfecto para disfrutar de la gastronomía sevillana. La famosa Calle Betis, con sus terrazas con vistas al río, es ideal para degustar tapas y una copa de manzanilla al atardecer. Y para los que buscan una experiencia más castiza, el Mercado de Triana, ubicado junto a los restos del antiguo Castillo de San Jorge, ofrece productos frescos y una variada oferta gastronómica en un ambiente animado.
Las fiestas también forman parte del carácter de este barrio. La Velá de Santa Ana, celebrada en julio, es una de las festividades más importantes de Triana. Durante varios días, las calles se llenan de farolillos, casetas y actividades que reflejan el espíritu festivo y hospitalario de los trianeros.
Triana es, en definitiva, un lugar donde la esencia sevillana se vive en cada esquina. Un barrio con alma propia, donde la tradición y la modernidad conviven en perfecta armonía y donde cada rincón cuenta una historia.
En una ciudad donde la historia y la tradición dominan su paisaje urbano, el Metropol Parasol se alza como un símbolo de modernidad y vanguardia. Conocido popularmente como Las Setas de Sevilla, esta impresionante estructura de madera ubicada en la Plaza de la Encarnación ha transformado la fisonomía del centro histórico, ofreciendo una nueva perspectiva de la ciudad y convirtiéndose en un punto de referencia tanto para turistas como para locales.
Este proyecto fue diseñado por el arquitecto alemán Jürgen Mayer y finalizado en 2011, tras un largo proceso de construcción que se prolongó durante más de seis años. Su diseño innovador, inspirado en las formas orgánicas de los árboles y los toldos tradicionales sevillanos, lo convierte en una de las estructuras de madera más grandes del mundo. Su apariencia, compuesta por enormes parasoles entrelazados, genera una sombra refrescante en la plaza, lo que hace que este espacio sea agradable para el paseo y la convivencia incluso en los días más calurosos.
Uno de los mayores atractivos de Metropol Parasol es su mirador panorámico, desde donde se puede disfrutar de una de las mejores vistas de Sevilla. Subir hasta lo más alto de la estructura permite contemplar una perspectiva única del casco histórico, con la Catedral, la Giralda, el Alcázar y el río Guadalquivir como protagonistas. Además, el recorrido por sus pasarelas ondulantes ofrece una experiencia envolvente que combina arquitectura, luz y paisaje urbano.
Pero Las Setas no solo destacan por su estética y su mirador. En su interior alberga diferentes espacios que enriquecen la oferta cultural y gastronómica de la ciudad. En el nivel subterráneo se encuentra el Antiquarium, un museo arqueológico que exhibe los restos romanos y musulmanes descubiertos durante la construcción del Metropol Parasol. Este yacimiento, con mosaicos y estructuras antiguas bien conservadas, es un testimonio del pasado de Sevilla y un contraste fascinante con la modernidad de la estructura superior.
A nivel de calle, la plaza bajo Las Setas se ha convertido en un espacio de encuentro y celebración. A menudo, acoge eventos culturales, conciertos y ferias, atrayendo a visitantes y sevillanos que disfrutan de su atmósfera animada. Además, en su entorno se pueden encontrar bares y restaurantes que ofrecen desde tapas tradicionales hasta propuestas gastronómicas más innovadoras, convirtiéndolo en un lugar ideal para una pausa durante la visita a la ciudad.
Metropol Parasol ha sido objeto de debate desde su construcción, pues su diseño rompió con la estética clásica del centro de Sevilla. Sin embargo, con el tiempo, ha logrado integrarse en el imaginario de la ciudad y hoy es uno de los lugares más fotografiados y visitados. Su fusión entre lo antiguo y lo contemporáneo refleja la evolución de Sevilla, una ciudad que, sin perder su esencia, sigue mirando al futuro.
Visitar Las Setas es descubrir una Sevilla diferente, donde la modernidad convive con la historia y la innovación arquitectónica se convierte en una nueva forma de admirar la ciudad.